Hola, yo soy la bruja de la gata. ¿Por qué? Bueno, porque esta mañana estaba con mi gata en brazos y miré en el espejo y le dije "Al final sos la gata de la bruja. Y yo soy la bruja de la gata". Porque yo no creo en que nadie pueda tener dueño. Creo en los vínculos que unos seres construimos con otros seres. Así que así es como surgió lo de "La Bruja de la Gata" que, al contrario de lo que la mayoría va a pensar, quiere decir que hay una gata que tiene una bruja que escribe este blog. La protagonista es la gata, claro está. Y el que crea que es de otra manera es muy, pero que muy naive.
El título de Bruja me lo gané en una feria... nah, obvia mentira... el título de Bruja me lo puse un día. El día en que me reconcilié con mi lado femenino. Mejor dicho el día en que empecé a reconciliarme con mi lado femenino, porque es una tarea ardua que aun no he completado. Vamos de camino!!!
Yo creo que todas las mujeres tenemos algo de brujas, y todos los hombres tienen algo de brujos (y/o chamanes... o paladines... no me quiero ir por las ramos... este es un tema para otro post), sólo que algunos lo llevamos más a flor de piel ;) Y por qué la gata es gata, bueno... eso creo que no hay que explicarlo jeje. Ella es menos vergonzosa que yo y ha accedido a aparecer en unas fotos, así que, sí, la gata de la foto es la dueña de esta bruja ^^
Un día contaré la historia de la gata. Y algún otro día la historia de la bruja (q no es que sea más larga, eso no lo sé, pero sí sé que me la sé entera. La de la gata, por desgracia o por suerte, no).
Gracias Gata por tu amabilidad. Gracias por tus mimos y tu calma. Gracias por demostrarme que las etiquetas son sólo eso: etiquetas. Gracias por aliarte con mi hijo para enseñarme de qué va la vida. Sois unos cracks.
El nombre de la gata.
La idea más alucinante salió de la clarividente mente de un niño de 8 años (mi hijo): "Es que da igual cómo se llame la gata. Llámala como quieras. La gata va a seguir siendo la gata."
Al final la gata tiene un nombre "oficial" porque lo necesitábamos para los papeles, pero le llamamos de muchas maneras, y ella se da por aludida con todas. Ella sabe cuándo le estamos hablando a ella, como toda persona sabe cuándo una persona con la que está en conexión le está hablando. Al final la clave es esa: la conexión.
La gata tiene dos años o por ahí. Y hace menos de tres meses que vive con nosotros, aunque yo siento que la conozco de toda la vida. Más que de toda la vida, de toda la existencia. La siento tan cercana que me es imposible pensar en mí sin ella. Me llena. Es parte de mí. Espero que ella también se sienta así.
El nombre de la bruja.
Eso no importa ni a la bruja ya. ¡Fuera las etiquetas! Pensándolo bien, ¿sabes cuál es tu verdadero nombre?
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